Por todo el país se producen
colas que parecen interminables. Colas de gente en espera para entrar a un
establecimiento donde llegaron los productos subsidiados por el Gobierno pero que en realidad los únicos beneficiados son los empresarios que cada vez se hacen más ricos (en dinero) con
dólares a bajo costo (y también las mafias enquistadas en el corretaje del
sistema)
También existen colas del
mismo modo interminables pero de gente esperando en algún establecimiento a ver
si llegan estos productos subsidiados. Esas son verdaderamente deprimentes
porque si no llega nada, el esfuerzo no valió la pena.
Pero solo por esta razón no
es que estas colas son “colas de la muerta” resulta que los alimentos por los
que nos peleamos tanto, los que nos dicen que debemos consumir en cantidades
junto a nuestro núcleo familiar son los que a futuro no muy lejano tienen
tendencia a matarnos. Su consumo constante nos producirá enfermedades que si
muchas son controlables, también tenemos que tomar en cuenta que la situación médica a
nivel de medicamentos sufre también un revés planificado por quienes nos quieren
ver de rodillas a costa de nuestra propia inconsciencia.
Hacemos colas provocando a
la muerte, nos peleamos por conseguir harinas y azúcar que nos producen
diabetes; mantequilla, mayonesa y aceite que nos sube el colesterol; espaguetis
que produce obesidad y el café que produce adicción, entre otras tantas.
Todos estos productos “alimenticios”
hasta hace dos años atrás nos decían que era prohibido para nosotros porque teníamos
que tener una vida “Light” (ligera) para que nos mantuviésemos sanos y en
procura de estar mejor alimentados. Pero con este proceso de abastecimiento con
incitación al “no hay” que nos invita a comprar productos por cantidad y no por
necesidad, más la complicidad de una distribución desviada, han llevado a esta
sociedad en la que estamos sumidos con
participación de todos.
Tanto es el bombardeo
psicológico, que nos produce una ansiedad de hambre a toda hora, un estrés que
nos mata poco a poco porque no conseguimos los que nos dicen que debemos buscar. No nos
detenemos a pensar en las alternativas para no padecer en las “colas de la
muerte” y consumir alimentos más fiables y sanos.
Solicitamos la muerte al gritar y maldecir por no tener en nuestros anaqueles
los productos que antes rechazábamos sugestionados por los mismos medios que nos decían
que "no", ahora nos dicen que "si"
Nos tienen montado en la olla...
Por eso pienso y luego hablo.-
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